jueves, 17 de octubre de 2019

Por amor al odio

Es vuestro credo: odiaos como yo os he odiado. Todo es odio, todo lo mueve el odio. Lo disfrazáis de orgullo, de libertad, de patriotismo, de defensa, ¡de religión! Lo disfrazáis de mil cosas. Pero no, es todo mentira, es odio. Vendéis un mensaje en la teoría y aplicáis otro en la práctica. Se os ha ido la pinza, se os ha ido completamente. A todos.

Tenéis una ley que es amar ciertas cosas y odiar su contraria. Igual no es culpa vuestra, puede que sea algo innato del ser humano, no lo sé. Pero no es lo que me enseñaron. Me enseñaron que hay cosas buenas y que su contraria es mala, sí. Pero no tiene por qué ser así. Me enseñaron que hay cosas buenas y cosas buenas, que no todo es blanco o negro. Que hay grises.

Y para llegar a esos grises hay que tener empatía, estar informado, reflexionar desde distintos puntos de vista, tener actitud constructiva… Por supuesto que no es fácil, por supuesto que el asunto requiere perder mucho tiempo… pero merece la pena. Pero no vivimos en la sociedad de lo complejo y efectivo, vivimos en la sociedad de lo sencillo y estéril.

Vivimos en la época de la inmediatez. Todo lo queremos ya, ahora. Y si no lo tenemos ahora, mal. Hemos ganado tanto en unas cosas y perdido tanto en otras… Pero tenemos que entender que todo no es “ahora”, que hay cosas que requieren de un tiempo y una reflexión. Está bien que busquemos la inmediatez, pero no que la consideremos indispensable. Al menos no para todo.

¿Y por qué todo es odio? Porque hemos construido una sociedad individualista. Nos hemos centrado más en crear seres perfectos e impasibles que en crear seres comprensivos y empáticos. Ahora ya solo nos interesan los hechos, no los porqués de los hechos. Y esto se extiende a todo. A un telediario, a una carrera universitaria, a la política, al vínculo familiar… Todo está movido por el interés individualista. Por eso todo es odio.

Y encima, lo más grande de todo, es que cuando viene uno sin odio, intentando construir, intentando poner algo de sensatez y de calma, lo hacéis el malo. Él es el malo, no vosotros. No piensa como yo, con lo cual es el malo. Aunque no piense como el otro, da igual. Da igual lo sensato que sea, lo constructivo que sea, lo sincero que sea… Vosotros lo apeláis igual.

No tenéis un mínimo de sentido común. Porque solo tenéis odio. Es lo que os mueve, lo que os da la vida. Y os lo reconozco, yo también tengo odio. Odio a los que son como vosotros. A los que solo buscan destruir, a los que llevan la superficialidad por bandera, a los que idolatran una ideología, a los que no empatizan… Y a pesar de todo, a pesar de todo el odio que infundís, intento entenderos. E intento que empaticéis con el mundo.

No se trata de independentistas o patriotas.
No se trata izquierdas o derechas.
Se trata de educación, de civismo, de empatía…
Por las dos partes, por todas las partes que existan.

No se trata de ti, ni de mí.
Se trata de NOSOTROS.



José Antonio Montero Fernández.

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