martes, 10 de abril de 2018

Esos rancios que van de progres

Foto: Manuel Gómez (El Correo de Andalucía).

Es triste pensar que vivimos en una ciudad en la que el término “rancio” es algo positivo. Partiendo de esa base, os podréis imaginar cómo es el percal con el que muchos tenemos que toparnos día sí y día también. Pocas cosas hay en Sevilla tan dañinas como un rancio. Porque una cosa es ser rancio y otra ser clásico, aunque muchos los metan a ambos en el mismo saco.

Pues me he dado cuenta de que hay una especie mucho más dañina y mucho más ridícula que el rancio: el rancio que va de progre. De este tipo de personajes podríamos pasarnos días hablando, igual un día me da por ahí y lo hago. Pero hoy les hago esta pequeña introducción para hablarles de un caso concreto: el tema del Martes Santo (o Santo Martes, como ustedes prefieran) y el Consejo de Hermandades y Cofradías.

Resulta que nos venden un Consejo de Hermandades y Cofradías que va a trabajar y a dejarse la piel por la Semana Santa de Sevilla, resulta que nos venden un Consejo al que no le va a temblar el pulso con ciertas hermandades (jajajajajajaja), resulta que nos venden un Consejo que viene a cambiar las cosas, a poner a la institución a la altura que merece la Semana Santa y a adaptarlo a las necesidades del siglo XXI. Y resulta que eso, como era de esperar, es mentira. ¿Y saben por qué es mentira? Porque el Consejo ha usado la táctica del rancio que va de progre.

Nos venden que el Martes Santo (o Santo Martes, insisto) ha sido un éxito, que es una alegría que ocho hermanos mayores se pongan de acuerdo, que es un ejemplo para otras jornadas de la Semana Santa y que estamos ante un formato más seguro que el de años anteriores. Nos venden un cambio, aire fresco, una evolución de la Semana Santa. Pero luego, cuando ya nos lo hemos creído, sacan al rancio que llevan dentro y lo mandan todo a tomar por saco. ¿La excusa? Que la Semana Santa tiene que tener el mismo formato en todas las jornadas porque si no lo tiene se cae la Giralda y se seca el Guadalquivir. Imagino, por esa regla de tres, que también pensarán que todas las hermandades deben llevar las mismas túnicas, que todas las hermandades deben llevar el mismo acompañamiento musical, que todas las hermandades deben llevar el mismo canon estético, etc.

Han tenido la opción, durante dos años consecutivos, de elegir a una mujer para dar el Pregón de la Semana Santa… una mierda para Montero. Han tenido la opción de elegir a cuatro pintoras para pintar los dos principales carteles que ellos gestionan… otra mierda para Montero. Lo más hipermegaprogre que han hecho ha sido elegir a una hermandad de Vísperas para presidir el Vía Crucis y, por lo que parece, promover un nuevo formato de Carrera Oficial que consiste en abrir una calle para que entren antes las cofradías. Por lo demás, lo verdaderamente importante, lo mismo de siempre: ranciedad pura y dura.

El Consejo, este Consejo, se ha vuelto a retratar una vez más. En lugar de ceder a la voluntad de todas las hermandades del día (con su aprobación por parte del CECOP) ha cedido al deseo de los que sueltan la pasta en la Campana. Lo venden como “era un año de prueba” para escudarse y no tener que dar la cara de verdad, como hacen los valientes. El Consejo, este Consejo, ha vuelto a quedar como una institución antigua, rancia y contradictoria. Lo vendan como lo quieran vender, este Consejo ha quedado retratado delante de toda la ciudad y de sus hermandades y cofradías.

Las hermandades del Martes Santo no solo han demostrado que cambiando se pueden solucionar los problemas o que la Semana Santa, si todos queremos que evolucione, puede tener mucha vida. Las hermandades del Martes Santo han marcado y retratado definitivamente a este Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla. Y lo han hecho en beneficio de la jornada y en beneficio de la Semana Santa.

Han intentado ir de progres pero, una vez más, se les ha visto el plumero.
Porque ustedes no son progres, nunca lo han sido.
Ustedes son más de lo mismo, el mismo polvo de siglos.
Rancios que han intentado coronase yendo de progres.




José Antonio Montero Fernández.

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