jueves, 9 de enero de 2020

La Semana Santa de Sevilla, Patrimonio de la Humanidad


La Semana Santa de Sevilla, Patrimonio de la Humanidad. Suena bien, ¿verdad? Es algo que llevo escuchando desde hace muchos años a cofrades de cierta relevancia, a gente importante dentro del mundo de la cultura, a políticos de uno y otro signo… Con distintos argumentos, se ha debatido en muchas ocasiones la idoneidad de solicitar esta distinción a la Unesco.

Estando un servidor a favor y en contra de algunos de estos argumentos, siempre he llegado a la conclusión de que la Semana Santa no necesita ser Patrimonio de la Humanidad pero, en cualquier caso, podría venir bien para algunas cosas. Lo curioso es que el otro día me encontré con un argumento que, aunque parezca mentira, nunca me había planteado nadie: la proyección internacional de la Semana Santa siendo Patrimonio de la Humanidad. Y eso me hizo pensar.

¿Cuál debe ser la forma ideal de proyectar la Semana Santa al mundo? ¿Qué debemos hacer los cofrades? ¿Tenemos que centrarlo todo en enseñarle al mundo nuestro sentido cristiano, nuestra importancia cultural o nuestra influencia social?  ¿Cómo debe predicar la Semana Santa de Sevilla para conseguir esta proyección internacional de la que muchos hablan?

Fue entonces cuando se me vinieron a la cabeza, entre otras muchas cosas, las palabras del Papa Francisco: “con el ejemplo, con la pobreza… con las puertas abiertas”. Habla el Papa Francisco de una Iglesia alegre, de una Iglesia de calle, de una Iglesia que se involucre con la gente. En definitiva, de una Iglesia basada en la CARIDAD. Y ahí es donde tienen que estar las hermandes, ahí es donde tiene que apuntar la Semana Santa de Sevilla.

La Semana Santa no tiene que buscar que le digan que es una maravilla cultural, eso ya lo sabemos. Lo que tiene que hacer la Semana Santa de Sevilla, la mejor Semana Santa del mundo, es involucrarse en problemas sociales a nivel local, autonómico, estatal y, aquí viene la clave, internacional. Pero involucrarse de verdad, dejarse “los dineros” y los esfuerzos de forma notable, no como algo presencial o puntual. La Semana Santa más internacional que existe tiene que predicar al mundo entero con el ejemplo, con la caridad.

Lo hizo hace unos años El Cachorro, con ese vía crucis extraordinario del que se sacaron casi 15.000 € para ayudar al pueblo de Haití. Una sola hermandad consiguió en una tarde 15.000 €. ¿Qué podrían conseguir las más de 100 hermandades de Sevilla durante un año, con un programa social común dirigido por el Consejo de Hdes. y Cofradías e involucrando a distintas empresas, entidades, fundaciones e instituciones públicas? ¿Somos conscientes de la potencia social que tiene la Semana Santa de Sevilla?

Duele ver como hermandades tan poderosas y con una devoción tan expandida por el mundo como El Gran Poder o La Macarena no tratan nada de esto en sus actos extraordinarios. No hablo de renunciar a nada a nivel local, hablo de incorporar más cosas. Porque se puede y, sobre todo, porque se debe. ¿Nadie plantea este tipo de cosas en la Semana Santa del siglo XXI? ¿No hay una sola cabeza pensante en el Consejo de Hdes. y Cofradías de Sevilla, un cofrade valiente, que saque adelante algo así? ¿Tan complicado es?

¿Nadie en Sevilla, ni un solo cofrade valiente, es capaz de poner en marcha algo de semejante magnitud? ¿O el problema es que lo hay pero lo fácil es no escucharle? ¿Nadie en Sevilla se da cuenta de que las hermandades tienen una capacidad muchísimo mayor en estos aspectos de la que ponen en marcha? ¿A nadie le duele, a nadie le molesta, a nadie le preocupa? ¿De verdad somos Iglesia? ¿De verdad queremos ser Iglesia?

¿Os imagináis a todas las Hdes. de Sevilla elaborando y poniendo en marcha un proyecto común de caridad para ayudar, por ejemplo, a Australia? ¿O a la lucha contra el hambre en Asia y África? ¿O colaborando en un proyecto común contra el cambio climático? ¿Qué es más cultural, conseguir que la Unesco diga que somos Patrimonio de la Humanidad o ayudar, por ejemplo, en Notre Dame? Me niego a pensar que es imposible. Porque conozco a Sevilla y a su Semana Santa. El asunto no es poder o no poder, se trata de querer. ¿Está la mejor Semana Santa del mundo a la altura de lo que le pide el mundo?

Eso, queridos míos, eso es ser Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Eso, queridos míos, eso es ser la mejor Semana Santa del mundo.
Eso, queridos míos, eso es ser Iglesia del siglo XXI.
No es una utopía, es una posibilidad real.
Tan real como el mundo en el que vivimos.



José Antonio Montero Fernández.

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