lunes, 12 de agosto de 2019

Las migajas de la vergüenza

"La primera" (Pablo Lastrucci).
Lo tuve clarísimo cuando vi el tweet de Pablo Lastrucci este último Domingo de Pasión: esto es una obra de arte. El mundo de la fotografía cofrade, que destila frikismo y pocas luces a punta pala, se ve honrado de vez en cuando con obras como estas, con artistas y profesionales de verdad como este joven. La fotografía no solo es un retrato de la Semana Santa, es un retrato de la sociedad en la que vivimos. Y es, amigos míos, para que nos llevemos las manos a la cabeza.

Todo esto viene a colación de las palabras de Carlos Navarro Antolín (el de las mamarrachadas) que ayer podíamos leer en Diario de Sevilla. Expresiones que, en realidad, he leído a mucha gente durante estos meses. “Cambio de ciclo” o “evolución”, son palabras con las que se puede resumir la idea que muchos intentan vender en esta fotografía. Más claramente: nos están intentando vender que como una mujer ha dado el pregón, el asunto del machismo y la integración plena de la mujer en la Semana Santa va “palante”. Y tan tranquilos se quedan.

Como ustedes entenderán, puedo y debo descojonarme. Hay que descojonarse porque es surrealista, lo de la Semana Santa es surrealista. Y es surrealista, me van a permitir la palabra, porque es contradictorio el mensaje que se ha intentado vender a las 14:00 con el que se ha vendido a las 14:15.

Primero se vende que esto es una evolución porque la mujer ya ha dado un pregón pero luego, a las semanas, sale el presidente del Consejo (telita lo del Consejo) a decir que no, que esto ha sido algo puntual que había que hacer (estoy de acuerdo en que era necesario a estas alturas) pero que no necesariamente se tiene que volver a elegir a una mujer para igualar la descompensación del tema. Se lo diré más claro para que lo entiendan bien: en los próximos 10 años el pregón no lo van a dar 5 hombres y 5 mujeres, lo van a dar (si acaso) 8 hombres y 2 mujeres.

Pues a esa forma de gestionar las cosas mucha gente en el mundo de la Semana Santa la llama “evolución e igualdad”. Toma ya, con alegría. Amigos míos, esta es la foto de las migajas, la foto de la vergüenza. Te argumentan estos iluminados que claro, los cambios en un mundo como el de la Semana Santa van poco a poco, que no puede ser todo de golpe… No vaya a ser que explote Sevilla, cuidado… Poco a poco dicen, como si estuviéramos en los 80 o en los 90, cuando tenemos el cuarto de siglo ahí al ladito. Tiene tela el asunto.

Como yo conozco ya a estos especímenes, lo avisé antes de que eligieran a Charo Padilla como pregonera. Avisé de que muchos intentarían vendernos esto como “no machismo” en la Semana Santa, como evolución… Lo avisé no porque yo sea adivino (premio), sino porque es el día a día y el proceder de estos iluminados. Te dan cuatro migajas del pastel y se ponen la medalla de la satisfacción. No buscan el progreso y la evolución, buscan callar a la gente y que pase la tormenta. Eso es lo que ellos quieren, esta foto. Para manipularla, para vender su realidad, para tapar las vergüenzas y las caras coloradas.

Pero cuidado, que luego la culpa es de los que no nos callamos, de los que decimos cuatro verdades y de los que levantamos un pelín la voz. Estos iluminados (qué sería de la Semana Santa sin ellos) son capaces de darle la vuelta a la tortilla de la forma que más les convenga, como llevan haciendo siglos. Hay que tener poca vergüenza o pocas luces (esto ya no es culpa de nadie) para vender, como llevan vendiendo muchos durante meses, que la Semana Santa evoluciona porque una mujer ha dado el pregón. Una evolución que para ellos es a base de migajas. Pues para ellos las migajas.

Menos palabras y más hechos.
Pero hechos de verdad, no de postureo.
A mí no me compra nadie con las migajas de la vergüenza.
Ni con las de las croquetas y el pescao frito.
Evolución y progreso… Tiene cojones el tema.
Cojones y ovarios.




José Antonio Montero Fernández.

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