jueves, 8 de octubre de 2020

Abran las mentes

Foto: Alejandro del Castillo Perujo.
Se os ha ido la pinza. Pero del todo ya. Mira que yo respeto todas las opiniones, intento ponerme en el lugar de la otra persona, intento entenderlo… Pero este debate no es que me parezca absurdo, es que solo le veo el sentido llegando a la conclusión de que estéis aburridos. Lo digo desde el respeto, de verdad. Pero es que lo siento así.
         
Cuando el pasado 1 de octubre finalizó el Pontifical del Señor del Gran Poder, sinceramente, me quedó una sensación de esperanza, de ilusión, de optimismo… Es cierto, que el Gran Poder salga dos horas a la calle no va a arreglar una pandemia como esta. Pero sí que puede aliviar la pena, sí que puede levantar, sí que puede ayudar. Y esa sensación tenía, me sentí reconfortado. Hasta que entro en Twitter (para qué carajo entraré en Twitter) y os leo.

A raíz del acto del Gran Poder, empezáis con vuestra retahíla de tonterías: que si eso es Semana Santa o no, que en 2021 para hacer algo así mejor que ni se intente hacer nada, que si es absurdo salir para 300 personas… ¡Pero si empezastéis a debatir hasta el tema de las túnicas bordadas! Nadie hablaba del significado del acto, de la necesidad del mismo, del sentido y de la profundidad histórica del Señor del Gran Poder, de la emotividad de verlo en la calle… Cuatro gatos.

Es flipante. El Señor del Gran Poder en la calle, con todo lo que estamos viviendo y, mientras tanto, vosotros hablando de túnicas bordadas. Flipante. A veces pienso que debe ser cosa mía, porque no entiendo nada. De verdad que lo respeto, faltaría más, pero no me cabe en la cabeza. No sé si os puede más el afán de protagonismo, la envidia por no poder ir al acto (yo tampoco pude ir, ojo), el intentar parecer más rancio porque ahora se lleva eso, el no querer comerse la cabeza… Y por más que algunos me lo han intentado explicar, de verdad, no lo entiendo.

No entiendo que prefiráis lo que vivimos en la pasada Semana Santa a lo del otro día en San Lorenzo. Lo entiendo desde el punto de vista de la precacución por la crisis sanitaria, eso no solo lo entiendo sino que estoy a favor. Si no tenemos un mínimo de garantías (la situación de este año, por ejemplo), cada uno a su casa y Dios en la de todos. Pero el resto de argumentos que dais, de verdad, no se sostienen. ¿No os dais cuenta que son todos argumentos superficiales?

Si hay la mínima posibilidad de hacer algo, aunque sea distinto, aunque nos perjudique individualmente a algunos, aunque nos cueste mucho… hay que hacerlo. Si consideráis a la Semana Santa como una fiesta viva, tenéis que entender que esta tiene que adaptarse (o al menos intentarlo) a todas las situaciones que le vengan.

El “si no es como siempre, no” es la declaración más contundente de que la Semana Santa es una fiesta muerta. El que piense así está matando a la Semana Santa. Lo que no se adapta, lo que no evoluciona y lo que no se desarrolla está muerto. Incluso si el pueblo no está presencialmente, la fiesta puede estar viva. ¿No teníamos todos claro que la Semana Santa era una cuestión de tiempo y no de espacio? ¿No os dais cuenta de que usais argumentos superficiales para intentar definir algo sentimental, algo sincero? Abrid vuestra mente un poquito, solo un poquito.

La pandemia de la Semana Santa no es la Covid-19.
La pandemia de la Semana Santa fuisteis, sois y seréis vosotros.
Y la Semana Santa, como ha hecho siempre, os acabará superando.
Por suerte para todos. 



José Antonio Montero Fernández.

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